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Semana Santa 2015

13.03.2015
Una SEMANA diferente
 
He querido poner en mayúsculas Semana en el título porque la Semana Santa de Badajoz no es una semana cualquiera. Badajoz vive, en Semana Santa, una Semana única, diferente, singular, atractiva, seductora, recogida, plena de arte, extraordinariamente pasional, generosa en expresiones de religiosidad y devoción. Es una Semana donde los badajocenses viven la Pasión de Cristo al modo de Badajoz, es decir, recordando a los que se fueron, homenajeando a quienes sostuvieron en el pasado una representación tan viva y con tanta alma, mejorando lo que pueda mejorarse en el presente y dibujando sobre el escenario de nuestras calles y plazas la versión más auténtica de unos desfiles procesionales que reflejan el exquisito proceder de cofradías, nazarenos, costaleros, músicos, penitentes, artistas y fieles seguidores de su Cristo o de su Virgen que ponen lo mejor de sí mismos para que una semana del calendario se convierta en una Semana del corazón y la fe.
 
Y si la religión es el elemento esencial de la Semana Santa y que, a mi modo de ver, jamás debe desdeñarse o situarse en segundo o tercer lugar –el mensaje, después de todo, es lo que sustenta un modo de vida, una fe o una cultura–, no me cabe duda de que existen otras circunstancias que engrandecen, sobredimensionan y le aportan trascendencia a nuestra Semana Santa. Me refiero a la tradición recogida, vivida y traspasada durante siglos. Me refiero a la historia de cofradías, de hermandades, de asociaciones, de iglesias y conventos, de pasos e imágenes que han convertido sus experiencias en un tesoro que hoy guardamos y compartimos con celo y satisfacción. Me refiero a la atmósfera que en San Roque o la Estación, en Santo Domingo o la Concepción, en San Andrés o la Soledad, en San Agustín o las Descalzas, en Santa Ana o en San Juan, al otro lado del río, por los alrededores de San Roque, en la Plaza Alta y su entorno, en el Casco Antiguo e, incluso, por toda la ciudad, se respira como un aire nuevo, que nos eleva, que nos emociona, que nos hace sentir emociones el resto del año desconocidas. Y me refiero, cómo no, al ambiente tranquilo, al Casco Antiguo convertido, al niño aprendiendo, a los abuelos enseñando, a los padres y madres recordando, al nazareno en silencio, al costalero en el esfuerzo, a la corneta y el tambor acompañando, al penitente entregado y, en fin, a la ciudad mostrando respeto.
 
La Semana Santa de Badajoz es una representación de un suceso extraordinario ocurrido hace más de dos mil años pero, sobre todo, es mantener viva una tradición con mensaje propio y que nos reconcilia con nuestro interior puesto que dicho mensaje proclama lo mejor para el ser humano. Por eso, quienes se esfuerzan en poner en la calle una procesión merecen nuestra gratitud porque nos recuerdan que no solo de pan vivirá el hombre y que la historia de una ciudad se escribe también con la sencillez de nuestra mejor tradición.
 
Francisco Javier Fragoso Martínez
Alcalde de Badajoz




Realidad y manifestaciones de la Semana Santa
 
Nadie ignora que la Semana Santa es la Semana mayor del calendario cristiano. Celebrarla con todo esplendor es un deseo plenamente explicable en todas las comunidades cristianas. Cualquier persona sensata, entiende que es un bien para sí mismo y para los demás ofrecer la participación en lo que cada uno valora especialmente. No todo es participable. Pero el sentido, la importancia y la celebración de los misterios de la redención universal, constituyen una riqueza que nadie puede considerar un derecho propio en exclusiva. Al contrario; la celebración de las acciones divinas por las que Jesucristo nos libró de las desastrosas consecuencias del pecado son patrimonio que enriquece a todos los que las valoran y participan en ellas de una forma u otra. 
 
La principal forma de aprovechar los beneficios que el Señor nos depara en la celebración de su obra redentora, es participar en las acciones litúrgicas propias.
 
Pero la piedad popular ha querido expresar su admiración y devoción ante la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, exteriorizando sus momentos más destacados y ofreciéndolos a la pública contemplación. Ese es el origen de las procesiones que en estos días discurren por las calles de pueblos y ciudades. Bien realizadas, y manteniendo su conexión con las correspondientes celebraciones litúrgicas, constituyen una verdadera catequesis para quienes las contemplan.
 
Si la intención y el comportamiento de los cofrades, promotores y participantes, se alejara de lo fundamental, ya expresado, las procesiones pasarían a ser un mero espectáculo, anacrónico para muchos y más cercano al folclore que al testimonio cristiano. Esto sería un tratamiento indigno de lo que se celebra. 
 
Cuantos gustáis contemplando las procesiones de Semana Santa, tened muy presente que todas ellas son como el dedo que apunta a la luna, o el resplandor que brota del amor de Dios celebrado y participado en las acciones sagradas que se desarrollan en el templo durante estos días grandes.
 
A todos los que, de un modo u otro, queréis participar en los actos propios de la Semana Santa, os deseamos un fructífero aprovechamiento y la bendición del Señor que se entrega por nosotros pagando por el pecado con que nosotros le ofendimos. Maravilla de amor divino.
 
Santiago García Aracil
Arzobispo de Mérida-Badajoz

Actualizado: 13.03.2015